Qüestió de credibilitat

CUESTIÓN DE CREDIBILIDAD
EL SIGLO, 2.06,.14

Alfredo Pérez Rubalcaba definió sin tapujos los resultados de los socialistas en las elecciones europeas del pasado domingo: han sido un desastre sin paliativos. Son los peores resultados electorales de nuestra historia. Al haber obtenido 3.596.324 votos, hemos perdido un 41,44% de los que obtuvimos en 2009. En Cataluña hemos obtenido 358.539 votos, también el peor resultado de nuestra historia, perdiendo un 49,4% de los que obtuvimos en 2009. En 2009 los votos catalanes suponían un 11,5% de los votos del PSOE y en 2014 han sido casi un 10%.

Ciertamente, ha llovido mucho desde 2009 y las elecciones europeas, al no servir para instalar y deponer gobiernos, tienen una dinámica bien distinta a las demás. Pero ello no nos exime de analizar los resultados y extraer las oportunas conclusiones. Un resultado tan contundente requiere de un análisis profundo y de una reacción proporcionada que desborda un artículo de estas características y que los socialistas nos aprestamos a realizar tanto en Cataluña como en el conjunto de España.

En mi opinión, los socialistas no merecemos aún la confianza de quienes comparten –y son muchos, a tenor de los resultados obtenidos por otras fuerzas progresistas- nuestro mensaje crítico con respecto a las políticas de austeridad y al rumbo de la construcción europea en los últimos años. Los ciudadanos recuerdan con amargura que la crisis llegó cuando gobernábamos y que las políticas que hoy criticamos fueron iniciadas por gobiernos socialistas que no tuvieron más remedio que aceptar las imposiciones de Bruselas y la Troika. El problema no es nuestro proyecto y nuestro mensaje. El problema es nuestra credibilidad.

Mal que nos pese, y a pesar de nuestros esfuerzos, los socialistas no somos aún creíbles para abordar una crisis sistémica que abarca no sólo cuestiones socioeconómicas, sino también democráticas, europeas y nacionales (es decir, las referidas a las relaciones entre Cataluña y el resto de España). Creo que el proyecto reformista dibujado en nuestra Conferencia Política y en los acuerdos de Granada podría concitar un amplio apoyo ciudadano, pero que debemos esforzarnos antes tanto en difundirlo como, sobre todo, en construir la credibilidad y la confianza de las que carecemos a tenor de los resultados electorales. Y en este proceso, unas primarias abiertas a la ciudadanía a celebrar este año son un requisito imprescindible.

La dispersión del voto progresista dificulta, cuando no imposibilita, que criterios ampliamente mayoritarios puedan orientar las políticas de los gobiernos. El retroceso del conjunto de los socialistas en el Parlamento Europeo, aun siendo mucho menor que el retroceso del Partido Popular Europeo, ha impedido que seamos el primer grupo de la Eurocámara y dificultará la articulación de una mayoría progresista capaz de revertir el dogmatismo austericida. Es una reflexión que no sólo debemos hacernos los socialistas.

Este análisis de urgencia no debe perder de vista que también en el conjunto de Europa retroceden los grandes partidos y que en muchos países irrumpen fuerzas de carácter populista y euroescéptico. Cuando muchos justamente reclaman el contraste de alternativas políticas, en Europa habrá que buscar grandes acuerdos que permitan avanzar frente a los euroescépticos.

Quiero comentar alguna cuestión específicamente referida a los resultados de estas elecciones en Cataluña. Hay quien ha querido señalar una participación superior a la media española (45,84%). Sí, casi dos puntos más (47,63%), aun siendo inferior a la registrada en Castilla y León, Comunidad Valenciana, Madrid y La Rioja. E inferior también a la registrada en el referéndum sobre el Estatuto de 2006 (49,41%), que fue considerada entonces como un fiasco. También se subraya el importante apoyo obtenido por CiU y ERC, un destacable 45,53% por el que les felicito. Similar, por cierto, al obtenido en las últimas elecciones al Parlament de Catalunya, que fue del 44,4%. Del mismo modo que el PSC, tercera fuerza política catalana, ha obtenido un 14,28% de los votos, muy similar al 14,43% que obtuvo en noviembre de 2012. Nadie, tampoco quienes planteaban estas elecciones como un test sobre la consulta, debería sacar conclusiones apresuradas.

Per què som federalistes i no som independentistes

POR QUÉ SOMOS FEDERALISTAS Y NO SOMOS INDEPENDENTISTAS
EL SIGLO, 14.04.14

Somos federalistas por cuatro razones fundamentales: La primera, porque el planteamiento federal se ajusta a nuestros principios de libertad, igualdad, justicia, solidaridad y fraternidad. La segunda, porque el planteamiento federal se ajusta al mundo en que vivimos, definido por interdependencias crecientes y soberanías compartidas. La tercera, porque creemos que identidades diferentes y sentimientos diversos no justifican levantar ni barreras ni fronteras entre ciudadanos. Esas identidades y sentimientos distintos pueden y deben convivir en un mismo Estado organizado de forma federal. Y la cuarta, porque la solución a los problemas de convivencia puede y debe encontrarse a través del diálogo, la negociación y el pacto. Y el federalismo es, sobre todo, diálogo, negociación y pacto.

Somos federalistas también porque no somos independentistas. Y no somos independentistas, no por no querer lo suficiente a Cataluña, sino porque creemos que la independencia sería altamente perjudicial para Cataluña, para España y para la integración europea.

Es perjudicial para Cataluña, porque la pérdida de dimensión económica, cultural, demográfica y política es un grave riesgo. En el mundo en que vivimos, perder tamaño es perder oportunidades. Nadie ha sido capaz de calcular los costes y las incertidumbres de un proceso de separación, con toda seguridad excesivos, probablemente insoportables. Por no hablar de los riesgos y tensiones de un proceso unilateral que no fuese fruto de un acuerdo en un escenario impensable.

Por otro lado, si Cataluña se separase de España no dejaría de tenerla como vecina. Cataluña puede separarse de España pero no puede abandonar la península ibérica. ¿Cómo puede beneficiar a Cataluña la separación, el alejamiento traumático de sus vecinos más inmediatos, que serán siempre sus vecinos y con los que siempre le convendrá tener las mejores relaciones posibles? Incluso la separación más tranquila que se produjo en Europa, la que dio lugar a las Repúblicas checa y eslovaca, supuso que países que antes habían sido uno de repente se diesen la espalda y sus intercambios de toda índole se redujeran espectacularmente.

La secesión perjudicaría a los ciudadanos, que a partir de ese momento se verían obligados a considerar como extranjeros a buena parte de sus conciudadanos, de repente deberían considerar como extrañas cosas que les eran propias, y la mayoría de ellos sufrirían al ver desgarrarse sus identidades plurales y compartidas.

La secesión sería perjudicial para España, exactamente por los mismos motivos que lo sería para Cataluña. La pérdida de peso económico, cultural, demográfico y político, nos haría perder oportunidades.

La fractura de un país miembro de la Unión Europea plantea interrogantes sobre el propio funcionamiento de la Unión, sus relaciones con lo que a partir de entonces sería un país tercero y sobre el riesgo de incentivar procesos similares en otros países miembros. ¿Cómo se pretende hacer compatible una mayor integración europea con la división de uno de sus Estados miembros? ¿Cómo aspirar a unos Estados Unidos de Europa desde la incapacidad de articular una España federal, que reconozca plenamente su carácter plurinacional, pluricultural y plurilingüe?

La secesión crearía muchos más problemas de los que pretende resolver. Unos problemas que, por otro lado, tienen soluciones más eficaces y menos onerosas a través de mecanismos federales que tenemos a nuestro alcance y que deberían integrar una reforma constitucional federal que nos permitiría seguir juntos y mejor.

Juncker o Schulz

JUNCKER O SCHULZ
EL SIGLO, 24.03.14

La campaña europea permite hablar de muchos temas, pero no podemos correr el riesgo de perdernos por las ramas.

El 25 de mayo podemos cambiar el rumbo de las instituciones europeas, podemos decir basta a las políticas de austeridad suicida y abrir espacio a las políticas de estímulo económico y solidaridad que nos definen a los socialistas. El 25 de mayo decidiremos la orientación de la presidencia de la Comisión Europea, democristiana o socialdemócrata. Juncker o Schulz, ésa es la disyuntiva, ésa es la decisión. Juncker representa la continuidad, y Martin Schulz es el cambio progresista.

¿Que nos conviene? Una Europa volcada en la creación de empleo. Una Europa que apueste por los jóvenes. Por una mayor integración política, económica y social. Por los derechos de las mujeres. Por la diversidad. Por una mejor democracia. Por unos bancos al servicio de las empresas y las personas, no de la especulación financiera. Por la sostenibilidad y la defensa del medio ambiente. Por una mayor capacidad de influir en las relaciones internacionales y promover la paz, los derechos y el desarrollo del mundo.

Eso es lo que nos une a todos los socialistas, socialdemócratas, laboristas y progresistas europeos. Estamos juntos en el Partido Socialista Europeo, en el grupo de los Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo. Y estamos todos juntos apoyando la candidatura de Martin Schulz a la presidencia de la Comisión Europea. Sólo una victoria socialista hará posible el cambio en Europa.

La apuesta de los socialistas es inequívoca: queremos cambiar Europa y queremos decir no a las políticas de derechas en Europa, en España y Cataluña. Queremos decir no a la reforma laboral. Queremos decir no a la reforma de la Ley del Aborto. Queremos decir no a la ley Wert, a las leyes de seguridad de Fernández Díaz, a la privatización de la sanidad.

Queremos ganar las próximas elecciones en nombre y representación de las personas que han luchado tanto y que ahora ven esfumarse sus derechos; en nombre y representación de los jóvenes que merecen esperanza de presente y no vagas promesas de futuro; en nombre y representación de las mujeres, para que no vean desaparecer derechos que tanto ha costado conseguir, para que puedan alcanzar la plena igualdad salarial y laboral.

Porque el cambio empieza en Europa. Con todos los socialistas, los socialdemócratas, los progresistas europeos, trabajando juntos, unidos en la defensa de los mismos principios y valores, comprometidos con un Manifiesto común aprobado en Roma que tiene diez prioridades fundamentales: 1. El empleo. 2. El relanzamiento de la economía. 3. Poner el sector financiero al servicio de las personas y de la economía real. 4. Una Europa social. 5. Una Unión de la igualdad y de los derechos de las mujeres. 6. Una Unión de la diversidad, capaz de plantar cara al extremismo, los prejuicios, el odio y la división. 7. Una vida saludable para todos. 8. Una Europa más democrática y participativa. 9. Una Europa sostenible.10. Una Europa con mayor presencia en el mundo.

PSOE y PSC presentamos una candidatura renovada, que aúna experiencia y renovación, encabezada por Elena Valenciano, la vicesecretaria general del PSOE, con experiencia en el Parlamento Europeo y gran prestigio en el Partido de los Socialistas Europeos. Una candidatura cremallera, que alterna mujeres y hombres como expresión rotunda de un radical compromiso por la igualdad. En esa candidatura figuran de forma destacada Ramón Jáuregui o Juan Fernando López Aguilar. En ella se integra Javier López, primer candidato del PSC elegido a través de unas elecciones primarias en las que participaron más de 8.000 personas. Junto a él, Esther Niubó, responsable de la política europea del PSC y directora de la Fundació Rafael Campalans; Alejandro Colldefors, Diana Salvadó, Eduard Rivas y Rosa Orriols, activistas europeos comprometidos en la Europa social y federal que merece la pena construir.

Les desigualtats es disparen

LAS DESIGUALDADES SE DISPARAN
EL SIGLO, 3.03.14

El pasado 6 de febrero, la Fundación Rafael Campalans hizo público, después de meses de trabajo, el Informe Social 2013. Paro, pobreza y desigualdades en Cataluña, un estudio destinado a reflejar la realidad social y el aumento de las desigualdades en los últimos años en Cataluña, coincidiendo con los momentos más álgidos de la crisis y la aplicación simultánea por los gobiernos español y catalán de políticas de austeridad y recortes sociales.

La tesis fundamental de este estudio, apoyada por numerosos análisis y datos, es que la crisis está afectando principalmente a los sectores con menos capacidad económica, los mecanismos de protección social son insuficientes con respecto a los sectores con ingresos más bajos, se generan brechas sociales, aumenta la desigualdad y hay riesgo de quiebra de la cohesión social.

Es un panorama ciertamente preocupante. Y que invita, más que a la reflexión, a actuar con urgencia con medidas económicas y sociales para poner remedio a la situación actual.

El informe, elaborado entre la Fundación Campalans y el Área de Cohesión Social del PSC, refleja el constante distanciamiento entre capas sociales, con indicadores contrastados, como el Índice de Gini, que mide hasta qué punto la distribución de los ingresos en una sociedad es equitativa o no. Como se dice en el estudio, por ejemplo, en el caso de Catalunya, “cada año que pasa está más lejos de Europa: si hasta 2009 nuestros niveles de desigualdad eran inferiores a los del resto de España y a los del conjunto de Europa, a partir del 2010 el Índice de Gini aumenta y en 2011 observamos un crecimiento de la desigualdad en la distribución de la renta a un ritmo más acelerado en Cataluña que en el resto de España y en el conjunto de Europa”.

El informe, dividido en tres ámbitos de estudio, aborda las consecuencias de la crisis, las políticas públicas en tiempos de crisis y el caso de determinados colectivos, como los jóvenes y mujeres, que sufren por partida doble los efectos de la crisis.

Una crisis que, con la aplicación conjunta de políticas públicas restrictivas, de austeridad y recortes sociales, ha agravado su impacto sobre la ciudadanía, especialmente en las personas con ingresos inferiores, a los que somete a una mayor indefensión.

Tal y como apunta Eva Granados en las conclusiones del informe, “cuando las desigualdades se convierten en pobreza y exclusión en el marco de un nuevo conflicto fratricida entre las clases sociales de siempre, se agrava la situación socioeconómica, el paro es insoportable y crecen las desigualdades. Y estas desigualdades tienen una cara oscura que se llama pobreza. Desde una situación de paro de larga duración se puede evolucionar hacia la pobreza severa y la exclusión, éstas son consecuencias dramáticas cada vez más frecuentes en nuestro país, un riesgo que ahora ya afecta a un 29% de la población catalana”.

Es imprescindible una acción política concertada que afronte de cara los problemas reales que vemos contrastados cada día. Es por ello, que el Grupo Socialista en el Parlament de Catalunya ha solicitado la celebración de un Pleno monográfico sobre pobreza y desigualdad, que tendrá lugar en el mes de marzo. Se trata de una oportunidad para abordar el problema más grave y urgente que tiene Catalunya, y también España, en estos momentos. La exigencia de este Pleno monográfico, que sigue la estela del que ya solicitamos y celebramos sobre la situación de la juventud, es una de nuestras obligaciones en tanto que partido político de izquierdas, especialmente preocupado por la situación económica y social de nuestros conciudadanos.

Esperemos que sirva para que el Govern de Catalunya responda al clamor de las entidades sociales que se dedican a esta labor, como Cruz Roja, que acaba de hacer público un informe donde denuncia que el 84% de las personas atendidas mayores de 45 años está en paro. Un paro que en esas edades puede ser una condena sin remisión, dadas las dificultades que el sistema de ocupación ofrece actualmente para la reinserción laboral de las personas en esta franja de edad.

Son tantos los datos que su sola enumeración abruma a cualquiera con un poco de sensibilidad. Para cualquiera que no se crea que la crisis ha sido ya vencida sólo porque la prima de riesgo haya aliviado su presión sobre nuestras finanzas. Nuestra obligación es renunciar a todo triunfalismo, analizar a fondo la dura realidad y seguir actuando para aliviar el drama diario de millones de personas.

El Informe Social de la Fundación Campalans, que puede consultarse aquí:http://fcampalans.cat/publicacions_detall.php?id=8&idpubli=293, debe estimularnos a todos, y en especial a la izquierda, para reivindicar la vigencia y la necesidad de mejora del Estado del Bienestar, garantizar una más equitativa distribución de los ingresos y empeñarnos a fondo en acabar con los orígenes de las desigualdades en nuestro país.

L’aposta dels socialistes pel diàleg

La apuesta de los socialistas por el diálogo

EL SIGLO, 10.02.14

En la situación política en que se encuentra Catalunya, y sobre la cual he escrito en anteriores ocasiones en estas páginas, el diálogo, el entendimiento, la búsqueda de puntos de encuentro, el escuchar las razones y los razonamientos de unos y otros se hace imprescindible para buscar una salida que nos aleje definitivamente del choque de trenes al que Mas y Rajoy parecen resignarse.

El PSC de Pere Navarro y el PSOE de Rubalcaba han alzado la bandera del diálogo y buscan activamente una salida al conflicto. Como hemos defendido desde el primer día, sólo mediante el diálogo, sin decisiones unilaterales, sin ultimátums, sin imposiciones, será posible reconducir una situación que puede acabar en desastre o en una gran frustración colectiva.

El PSC y el PSOE han presentado un proyecto alternativo. Una propuesta. Porque el diálogo sólo puede producirse a partir de propuestas. Gracias a un gran esfuerzo de consenso interno, los socialistas hemos sido capaces de poner sobre la mesa una propuesta de reforma federal de la Constitución de 1978. Una propuesta abierta al debate con todos.

De nuestro compromiso con el diálogo hay dos pruebas bien recientes en los últimos días. La primera fue la entrevista-charla que Jordi Évole propició en La Sexta entre el president de la Generalitat Artur Mas, y el ex presidente del Gobierno Felipe González. Debemos celebrar esta iniciativa periodística, premiada por la audiencia, y señalar también la inexplicable ausencia en ella de un representante del partido que gobierna España, que había sido invitado a participar, precisamente porque tiene en su mano la capacidad de desencallar este conflicto.

La segunda prueba se dio al día siguiente, cuando la presidenta de la Junta de Andalucía, la socialista Susana Díaz, llegaba visitaba Cataluña con una agenda llena de encuentros, y una predisposición total a sentarse a escuchar y proponer. La visita de la presidenta andaluza al Palau de la Generalitat es un hecho de innegable importancia política y sus palabras deben ser escuchadas y leídas con especial interés por quienes quieran contribuir a resolver el problema.

Susana Díaz fue la protagonista del almuerzo organizado Barcelona Tribuna, el foro de debate de La Vanguardia, siendo presentada por el padre de la Constitución, Miquel Roca. Su intervención, ante una muy nutrida representación de la sociedad civil catalana, certificó la existencia de un sólido pacto federal forjado por el socialismo español. Sus palabras hablan por sí solas: “Proponemos, algo fundamental, el encuentro frente al desencuentro, y apostamos por una reforma valiente de nuestro sistema de convivencia frente a otros que prefieren la ruptura de la convivencia. Y estamos convencidos que es necesaria una convivencia plural sin prevalencias sin exclusiones. Esa es la seña de identidad de una sociedad avanzada. Lo que queremos, con nuestra propuesta de reforma constitucional es lograr un Estado más eficaz, más democrático y más integrador. En definitiva, lo que buscamos es un Estado de estructura federal. Una reforma que, entre otras cosas, dé solución a los problemas que hoy están sobre la mesa y, en lo que se refiere a la estructura territorial son, principalmente, los siguientes: la clarificación de competencias; que el Senado sea verdaderamente una cámara territorial; el reconocimiento de las singularidades que existen y que todos conocemos; la participación federal en asuntos europeos y las bases de nuestra financiación”.

Así pues, se equivocaban tanto quienes menospreciaban la capacidad de consenso interno de los socialistas e intentaban despreciar las iniciativas de Pere Navarro, como quienes auguraban a la propuesta federal un magro porvenir. El compromiso manifestado por la presidenta de la Junta y su voluntad de implicarse activamente en el debate afianza definitivamente la apuesta política de la dirección socialista encabezada por Alfredo Pérez Rubalcaba.

La propuesta federal debe ser tomada en serio, debe ser contrastada con otras propuestas, si las hay, y debe ser discutida a fondo. Nadie debe esquivar su responsabilidad en una crucial cuestión de Estado. Y, menos que nadie, el presidente del Gobierno de España, y el máximo representante del Estado en Cataluña, que no es otro que el president de la Generalitat. En 1978, fuerzas de tradiciones mucho más enfrentadas entre sí que las que hoy conocemos, supieron ponerse de acuerdo para forjar un espacio común de convivencia a partir de unas normas legales democráticas. Hay que renovar hoy, 35 años después, ese gran pacto, el acuerdo que permitió compartir un proyecto común a los pueblos de España, a los ciudadanos y ciudadanas que aspiraban a un futuro mejor desde el respeto a sus identidades compartidas. Todos estamos convocados a ese esfuerzo en el que los socialistas no vamos a desfallecer.

La deriva autoritària del PP

La deriva autoritaria del PP

EL SIGLO, 20.01.14

Hace unos días, una publicación de carácter satírico, muy conocida en las redes sociales, daba la noticia de que el Gobierno de Irán había enviado una carta a Rajoy felicitándole por la nueva Ley del Aborto. Ciertamente este escenario inventado que, de momento y que sepamos, no se ha dado, no estaría muy lejos de la realidad a tenor de la aprobación por el Parlamento de Irán en 2005 de una ley del aborto menos restrictiva que la española. El Parlamento de Irán se vio enmendado un mes después por el Consejo de Guardianes, que la invalidó, imagino que por considerarla demasiado liberal.

En España nuestro consejo de guardianes, encargado de que todo se haga en consonancia con el espíritu de la revolución, está encarnado en el Consejo de Ministros de un Gobierno ocupado por velar que todo se haga en consonancia con el espíritu autoritario y nacional católico, en abierto contraste con la orientación del nuevo Papa.

Muchas de las diversas iniciativas del Gobierno de Mariano Rajoy llevan el sello de una deriva autoritaria más que evidente.

Mariano Rajoy recibió una mayoría absoluta en 2011, y con ella y sobre ella lanza sobre los españoles un mantra más ideológico que político.

El Gobierno del Partido Popular está sembrando España de leyes e iniciativas con denominador común: serán derogadas en cuanto el PSOE vuelva al Gobierno, la reforma laboral la primera. No sólo está incumpliendo el programa electoral con el que se presentó a las elecciones y por el que recibió el actual mandato, sino que está gobernando sólo para algunas minorías.

Mariano Rajoy en lo que llevamos de legislatura (por cierto, sólo llevamos ¡¡¡dos años!!!), ha pasado, por ejemplo, de prometer no dar dinero público a los bancos a dar más de 60.000 millones. Dijo que no subiría impuestos ni tocaría las pensiones, y ha acabado haciendo lo uno y lo otro.

El ministro Wert es artífice de la peor Ley de Educación de la democracia, que ataca la inmersión lingüística en Catalunya, invade competencias, y entre otras cosas hace de la Religión una asignatura evaluable. Mientras, amenaza a los Erasmus con quedarse sin beca, o directamente pone barreras para estudiar en la universidad aumentando las matrículas. Wert también es el artífice del IVA cultural, que está ahogando aún más a una industria clave y al talento creador.

El ministro Fernández Díaz elabora el proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana que considera a los ciudadanos como un peligro potencial, y la Ley de Seguridad Privada, facultando a los vigilantes de seguridad para detener ciudadanos en la vía pública.

Alberto Ruiz-Gallardón introduce nuevas tasas judiciales, reforma el Código Penal e impulsa, como decía al principio, la Ley del Aborto más restrictiva de la democracia. Se producen recortes en Sanidad y propuestas de copago por parte de la ministra Mato. Se abandona casi literalmente la investigación. Todo ello a golpe de recortes y de decreto ley, ya que casi un tercio de las iniciativas han sido de este tenor.

Sin olvidar el contencioso territorial en España, en el que Rajoy pretende negar la evidencia de que existe, incapaz como es de proponer solución alguna, proponiendo dialogar sobre todo sin hablar sobre nada.

Mariano Rajoy está convirtiendo su mandato en un vía crucis para los ciudadanos. Un vía crucis del que aún estamos en la mitad de las estaciones, y en el que, bajo el peso de las iniciativas y leyes de este Gobierno, las espaldas de los ciudadanos van crujiendo.

Quienes ejercemos democráticamente la labor de oposición, debemos levantar nuestra voz, escuchar y acompañar las necesidades y reivindicaciones de los ciudadanos, ofrecer nuevas y diferentes soluciones, denunciar lo que está sucediendo, evidenciar las carencias. Y, sobre todo, estamos obligados a construir una alternativa seria, transparente, participativa, y que cuente con los ciudadanos, y que no se encarnice con ellos.

La responsabilitat del PP

LA RESPONSABILIDAD DEL PP
EL SIGLO, 25.11.13

Hace pocos días el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, hacía una afirmación contundente: “Cataluña va a sacar a España de la crisis”. Coincido plenamente con él y me permito añadir una reflexión que me gustaría fuese compartida por muchos: lo que más conviene a España es una Cataluña que se sienta respetada y cómoda en ella, y que pueda desarrollar sin cortapisas su enorme potencial económico en beneficio de los catalanes y de todos  los españoles.

Siendo Cataluña una sociedad plural, basta con analizar de la forma más objetiva posible resultados electorales, encuestas y movilizaciones ciudadanas para comprobar que una amplia mayoría de catalanes muestra una significativa insatisfacción con respecto al actual statu quo, y resultaría temerario desconocer que una porción relevante de los catalanes considera que sólo la independencia colmaría sus aspiraciones.

Creo que el PP no calibró los efectos que podría llegar a tener la percepción del fracaso de la vía estatutaria que podría generar una Sentencia del Tribunal Constitucional que, aunque afortunadamente no satisfizo las aspiraciones de quienes recurrieron el Estatuto, particularmente las demandas del propio Partido Popular, sí alteró lo que los ciudadanos habían sancionado en las urnas. Y el pacto que debe sanar esa herida, deberá ser también votado por los ciudadanos.

El PP hizo bandera de su oposición al Estatuto, recogió firmas en toda España para promover un imposible referéndum y, desde el gobierno, ha desarrollado una política de claros componentes recentralizadores y hostil en temas tan sensibles como la educación y la lengua a través de la Lomce o del acuerdo de denominar ‘lengua aragonesa propia del área oriental’ a la variedad del catalán hablada en Aragón.

Es sencillo establecer una correlación directa entre el incremento del independentismo en Cataluña con políticas hostiles con respecto a las aspiraciones mayoritarias de los catalanes. ¿Es casualidad que los mayores ascensos electorales de ERC se produzcan en períodos de gobierno del PP? Basta con ver los resultados obtenidos por ERC en las elecciones generales de 2004 o los que hoy anuncian todas las encuestas en Cataluña. Así pues, no puede sorprender que muchos analistas consideren que algunas orientaciones políticas del PP son una verdadera fábrica de independentistas.

No pretendo en absoluto que el PP cambie de principios ni que renuncie a sus ideas. Pero sí querría apelar a su patriotismo. El mejor servicio a España y a su unidad es hoy demostrar capacidad de integración. Y nadie puede negar que nos enfrentamos a un profundo y extendido malestar catalán que hasta hoy no ha recibido una adecuada respuesta política. Los socialistas de toda España hemos convenido que la mejor respuesta tanto a las insuficiencias del Estado de las Autonomías como a las demandas de mejor autogobierno surgidas en Cataluña es impulsar una reforma constitucional federal. Una reforma que, naturalmente, solo puede abordarse desde una voluntad de renovar el consenso de 1978, un consenso en el que el PP debe participar. Lógicamente estamos dispuestos a escuchar y a estudiar otras propuestas, pero no aceptaremos, por imposible y por puro sentido común, la negación del problema. Apelo, pues, al patriotismo, y también a la inteligencia del presidente Rajoy. A él corresponde la máxima responsabilidad de abrir espacios para el diálogo. Alfredo Pérez Rubalcaba y Pere Navarro han avanzado propuestas y, sobre todo, su disposición a colaborar en la búsqueda de soluciones. También podríamos contar con la inestimable ayuda de Josep Antoni Duran Lleida, Miquel Roca o Felipe González. Y me gustaría también añadir nombres señeros de la derecha española, que seguro que los hay. Pero, repito, la principal responsabilidad corresponde al presidente del Gobierno.

Espero que más temprano que tarde, el president Mas reconozca que se ha equivocado de estrategia. Que no puede fiarlo todo a una consulta que hasta ahora se ha visto incapaz de acordar. No va a haber consulta sin acuerdo. No puede haberla. No habrá solución unilateral y, aún menos, ilegal. Centrémonos, pues, en lo fundamental: abramos líneas de comunicación, de diálogo, de negociación y acuerdo. Tendamos puentes y aislemos a quienes quieren dinamitarlos. Premiemos las propuestas en positivo y censuremos a quienes solo buscan el conflicto. Solo así podremos avanzar y demostrar a una gran mayoría de los catalanes y de los españoles de que juntos podemos hacer cosas importantes: salir de la crisis, mantenernos con cabeza alta en Europa y garantizar un modelo social solidario. Fuimos capaces de superar diferencias aparentemente irreconciliables en 1978. ¿No seremos capaces hoy de volver a hacerlo? ¿Negaremos a las generaciones más jóvenes la oportunidad que a nosotros nos han brindado los últimos 30 años? A ese esfuerzo los socialistas contribuiremos en cuanto haga falta.

El debat socialista

El debate socialista
EL SIGLO, 4.11.13

Los próximos 8, 9 y 10 de noviembre el PSOE celebra en Madrid su Conferencia Política, orientada a renovar el proyecto político de los socialistas, ofrecer una alternativa de gobierno a la ciudadanía, y adaptar nuestros planteamientos a las nuevas demandas sociales. Tras ocho meses de intensos debates a través de reuniones y en la red, la Conferencia Política discutirá una Ponencia Marco que ha recogido muchísimas aportaciones en un proceso abierto, transparente, participativo y dinámico.

Las tres grandes prioridades del debate son la recuperación económica y la creación de empleo, la reconstrucción del Estado del Bienestar en peligro por la acción del gobierno del PP, y la recuperación de la Igualdad en claro retroceso en España los últimos dos años.

Para ello, la Conferencia se divide en siete grandes diálogos con la sociedad: 1. El crecimiento y el empleo; 2. La economía y la fiscalidad; 3. La política y los partidos; 4. La igualdad; 5. El Estado del Bienestar; 6. La educación; 7. Europa. En ellos se tratarán las principales propuestas que hemos de presentar a la ciudadanía.

El reto de renovación que nos planteamos es de gran envergadura pues se trata de recomponer los equilibrios rotos en dos grandes cuestiones: el equilibrio entre capital y trabajo y el equilibrio entre soberanías estatales e integración europea.

Esos equilibrios rotos son los que han señalado la necesidad de renovar profundamente nuestro proyecto. La socialdemocracia, lejano ya su período dorado 1945-1975, tambaleante tras la ofensiva neoliberal de los años 80 y 90 del siglo pasado, y desconcertada ante la globalización de los mercados financieros, la deslocalización industrial y la emergencia de los antes llamados países en vías de desarrollo, tiene que demostrar, una vez más, que sus valores ampliamente compartidos se traducen en proyectos políticos viables con apoyo mayoritario. Se trata de levantar la bandera de la libertad, la igualdad y la solidaridad, de recuperar la defensa de lo común, de defender la necesidad de una fiscalidad progresiva, justa, potente, capaz de sostener los mecanismos de protección social y la actuación pública en la regulación de los mercados y de impulso a la recuperación económica, capaz de luchar contra el fraude en toda su extensión. Se trata en definitiva de defender una sociedad justa compatible con la existencia de mercados eficientes, recuperando el pacto social entre capital y trabajo que promueva al mismo tiempo progreso y equidad.

La semilla de la desregulación y la desfiscalización plantada por Thatcher y Reagan ha fructificado en un capitalismo salvaje que pisotea derechos saltándose fronteras y haciendo del mundo un escenario despiadado en el que sólo sobreviven los más fuertes a costa de explotar a quienes poco o nada tienen. Frente a la globalización neoliberal, sólo un proyecto europeo que recupere el empuje vigoroso de sus fundadores y de los estadistas que veían en Europa la oportunidad de ganar la batalla del futuro, podrá esgrimir con eficacia un modelo social que no se rinde a las exigencias de los mercados, que no renuncia a defender los derechos ciudadanos y la cohesión social, que no sacrifica sus ideales en el altar de una competitividad entendida como una desenfrenada carrera hacia salarios de miseria e ínfimos niveles de protección social. Si Europa no culmina el proceso de integración política, de coordinación de políticas económicas y fiscales, de unión bancaria, de mutualización de las deudas nacionales, con un Banco Central capaz de actuar como la Reserva Federal estadounidense, con instrumentos presupuestarios potentes para la corrección de desequilibrios y desigualdades y para el impulso al crecimiento y la reindustrialización, no podrá volver a ser referencia mundial de progreso y justicia social.

Éstos son los tremendos retos a los que nos enfrentamos. Las elecciones europeas de mayo de 2014 serán el primer test electoral al que nos someteremos, después de la renovación de nuestro compromiso. Lo haremos con un compromiso firme con Europa, y con la presentación de un candidato único para todos los socialistas europeos. Sólo una nueva correlación de fuerzas en el Parlamento Europeo, que plante cara a la hegemonía conservadora puede cambiar el rumbo y dirigir Europa hacia donde la necesitan los ciudadanos.

Una Europa contra la resignació i la vergonya

Una Europa contra la resignación y la vergüenza
EL SIGLO, 14.10.13

Cuando el pasado miércoles 9 de octubre, el primer ministro italiano, Enrico Letta, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, visitaron la ciudad de Lampedusa, tristemente conocida por ser el lugar donde van a morir, literalmente, las esperanzas de centenares de africanos que huyen de la miseria buscando la prosperidad europea, fueron recibidos con gritos de “vergogna” (vergüenza) por algunos de los allí presentes.

La visita se producía apenas una semana después del más trágico de los accidentes de pateras repletas sucedidos cerca de sus costas, en un naufragio en el que los cadáveres se cuentan por centenares, y apenas un día después de que los 28, reunidos en Luxemburgo en el Consejo de Ministros de Interior de la Unión Europea, fueran incapaces de avanzar en una política migratoria más humana y solidaria, tras la petición en este sentido de la delegación italiana.

El Papa Francisco, apenas unos días antes, había utilizado la misma palabra, vergüenza, para referirse tanto al naufragio como a una situación que permite cuando no promueve que sucedan. “Hablando de crisis, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grande de la falta de respeto por el hombre, no puedo dejar de recordar con gran dolor las numerosas víctimas del enésimo trágico naufragio ocurrido hoy cerca de Lampedusa”, añadía.

La crisis económica, pero también la crisis institucional y de valores afecta en especial a nuestra Europa. Una Europa que bajo el peso de la crisis económica y social, de las políticas de austeridad, de la desunión de los Estados que la integran, de la presión sobre sus fronteras de aquellos que viven permanentemente en una verdadera crisis humanitaria, está faltando a los principios fundacionales que la vieron nacer y que nos deben regir siempre. Una Europa que está perdiendo a pasos agigantados su papel central en el mundo, tanto en el punto de vista diplomático (como se ha visto en los conflictos armados de los últimos años), como desde el punto de vista económico (ante la pujanza de Asia, como bien describe Javier Solana en un reciente artículo), o desde el punto de vista institucional, especialmente desde el fracaso de la nonata Constitución europea.

Hoy Europa aparece más paralizada que nunca. Y son pocos, por desgracia, los que confían en que Europa vuelva a brillar como el punto de referencia que supuso su creación después de la segunda guerra mundial.

No debemos resignarnos a que las próximas elecciones al Parlamento Europeo sólo levanten pasiones entre los sectores euroescépticos, populistas, demagógicos, nacionalistas o soberanistas. Tampoco debemos ceder ante quienes quieren desviar el debate europeo hacia debates internos o, en el caso de Cataluña, quieren convertirlas en un ‘ensayo general’ de la consulta sobre el futuro del autogobierno. Ante problemas como los del paro o los que han llevado a la tragedia de Lampedusa, hay que alzar la bandera de un debate verdaderamente europeo.

No debemos resignarnos a que en las costas de los países del Sur mueran inmigrantes huyendo de la miseria, de la guerra, de los conflictos, ante la pasividad de las instituciones. No debemos resignarnos a no tener una posición  común ante conflictos armados que ocurren en la otra orilla del Mediterráneo (Túnez, Libia, Egipto, Siria). No debemos resignarnos al dogmatismo de la austeridad que hace recaer los costes de la crisis sobre los sectores más débiles, y menos aun cuando países como Japón o Estados Unidos están demostrando que la política de estímulos a la economía es una opción mejor.

No debemos resignarnos a tener una Europa sin voz y sin alma. Muda ante los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad y desalmada frente a las tragedias humanas que se viven dentro y junto a sus fronteras.

Europa no debe resignarse frente a las injusticias, no debe avergonzar a los europeos, debe estar al lado de los que sufren, asegurando la cohesión social y el equilibrio territorial, así como la solidaridad con los pueblos vecinos y con más capacidad de influencia económica y geoestratégica en el mundo que viene.

Ésa es la Europa que soñaron Schuman y Monnet, la Europa federal de Spinelli y la Europa social y de la solidaridad con la que estamos comprometidos los socialistas, socialdemócratas y laboristas que integramos el Partido Socialista Europeo y la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo.

Dialogar, pactar, decidir

Dialogar, pactar, decidir
EL SIGLO, 23.09.13

¿Es posible que a estas alturas aún haya quien piense que nada debe cambiar en las relaciones entre Cataluña y el resto de España? No es el caso de Alfredo Pérez Rubalcaba y sinceramente deseo, por el bien de todos, que no sea el caso del presidente Rajoy. Nadie debería creer que estamos frente a una calentura que se disipará con el tiempo. Ni consolarse con el retroceso experimentado por CiU en 2012, sin ver el correlativo ascenso de ERC y las CUP. Nadie debería olvidar que en todas las legislaturas del Parlament, excepto en la primera, la suma CiU/ERC alcanza la mayoría absoluta. Nadie debería desdeñar las grandes movilizaciones de 2010 tras la Sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto con el lema “Som una nació. Nosaltres decidim”, de 2012 con el lema “Catalunya, nou Estat d’Europa” y de la reciente Diada. Tampoco debe obviarse el hecho de que muchos de los que no participamos en la “Via catalana cap a la independència” por no compartir su objetivo final, queremos cambios profundos en la relación entre Cataluña y el resto de España. Y recordar que los presidentes Maragall y Montilla llevaban muchos años advirtiendo del riesgo que hoy sería absurdo negar.

Es difícil saber con exactitud cuántos ciudadanos y ciudadanas de Cataluña desean la secesión, mientras su voluntad no sea contrastada en las urnas en una consulta que el Estado, al menos hasta ahora, no está dispuesto a autorizar. Incluso Patxi López, que se opone al derecho a decidir, escribió en enero de este año en una tribuna de opinión publicada en El País: “No es fácil, efectivamente, explicar desde una perspectiva democrática la negación de una vía por medio de la cual una parte de nuestro territorio institucionalmente definida pueda segregarse de él, si lo demanda de forma nítida y reiterada una mayoría muy cualificada de su población. Así lo han razonado en estas páginas personas tan poco sospechosas de veleidades independentistas como el profesor Rubio Llorente o José María Ruiz Soroa”. Y podríamos añadir nombres catalanes tan destacados como los de Francesc de Carreras o Juan-José López Burniol, absolutamente convencidos de que no hay solución que no pase por una consulta.

De lo que no puede caber duda alguna es que la situación actual no puede mantenerse, y que una tensión creciente sólo puede derivar en un conflicto sin remedio que a todos perjudicaría. Como dijo Javier Pérez Royo: “No se puede pedir a los catalanes que tengan una voluntad política distinta de la que tienen”. Y, nos guste o no, hemos constatado ya que muchos catalanes están hartos.

El rechazo del actual statu quo de amplios sectores de la sociedad catalana estalla a partir de la Sentencia de Tribunal Constitucional sobre el Estatuto, que alteró un texto refrendado por los ciudadanos tras haber sido pactado entre las instituciones catalanas y españolas. Si un nuevo pacto debe sustituirlo, dicho acuerdo debe ser también decidido por el voto de los ciudadanos, para no incurrir en un grave déficit de legitimidad.

Creo que nos encontramos ante tres escenarios posibles: o se abre una perspectiva de reforma constitucional federal que permita a una mayoría de catalanes sentirse cómoda en una España plural y diversa, o se ofrece un trato singular a Cataluña que satisfaga a esa mayoría sin necesidad de reformar el Estado autonómico, o un callejón sin salida nos llevará irremisiblemente más pronto que tarde al tan temido un choque de trenes. Las dos primeras opciones requerirían de un refrendo ciudadano y personalmente considero preferible la primera (www.reformafederal.info). Un Estado democrático de carácter plurinacional como España o se organiza de forma federal, o acabará por no ser viable.

Es absurdo pretender prefigurar hoy el resultado de una negociación tan difícil como la que deben emprender ya las instituciones catalanas y españolas. Deberá hablarse del referéndum o consulta (pregunta, condiciones para organizarlo, consecuencias de la decisión ciudadana) y también de los contenidos de un eventual nuevo pacto: reconocimiento de las aspiraciones nacionales catalanas, financiación, infraestructuras, aspectos lingüísticos, culturales y educativos, Senado territorial, participación en las instituciones europeas, garantías de lealtad recíproca, etc. Porque la decisión no debería limitarse a elegir entre romper o quedarnos como estamos. Es hora, pues, de dialogar y pactar, porque pronto ha de llegar también la hora de decidir.